No se me hace fácil escribir, pensar, indagar o hablar acerca de este tema; pero al iniciar mi proceso de prácticas en el hospital San Pablo de Cartagena uno se da cuenta de muchos aspectos no especificados en libros y muy poco planteados en la teoría. Son mas un producto de experiencias particulares en la que el practicante, el psicólogo, el ser humano… tiene el compromiso de estudiar dichos fenómenos, plantearlos, para así darle paso a su abordaje, planteamiento, investigación y posiblemente estrategias de resolución.
Es así como a pesar del dolor que causa hacer parte, ya sea como observadora o como parte del sistema que de alguna manera promueve este tipo de practicas, me encamine en la labor del abordaje de la vinculación afectiva de los pacientes crónicos hospitalizados en dicho hospital.
Dejare que la experiencia y vivencias con estos pacientes me permitan además poder plantear hipótesis validas en cuanto a si la deprivación afectiva hace parte importante de la génesis de la enfermedad psiquiatrica y por ende es una condición previa a la aparición de la misma. O por el contrario es el abandono afectivo una de las consecuencias y cargas más pesadas que debe llevar el enfermo psiquiátrico crónico. Existe además otra posibilidad y es que la deprivación afectiva manifestada en el abandono de la familia, amigos y de casi todo vinculo del paciente hospitalizado es una factor fluctuante entre lo previo y lo posterior, es decir, interactúa como factor predisponente, desencadenante o de génesis y al mismo tiempo es acentuado cuando el paciente es internado en forma crónica en el departamento de psiquiatría.
No quiero decir que el abandono afectivo es una condición axiomática de los pacientes psiquiátricos crónicos, sin embargo en lo que he observado en el hospital San Pablo es que gran parte de ellos pocas veces es visitado, casi se limitan al contacto con los compañeros de habitación, a los enfermeros, médicos, psiquiatras, y practicantes que van y vienen. De alguna manera estas figuras son una forma de vinculación afectiva, sin lugar a dudas el ser mirado ya te permite saberte humano; pero que pasa con la familia primaria, que pasa con los hijos, con los hermanos, tíos, abuelos. Algo falla, algo nos dice a los que pedemos ver, que la ausencia de la familia, las pocas o ningunas visitas a los pacientes psiquiátricos crónicos es un indicador, puede ser la punta del icber por descubrir o bien podría ser producto de la satanización del paciente que cae preso de la enfermedad psiquiatrica.
Serian muchas las posturas que se pueden tomar al preguntarnos por tal fenómeno. ¿Es acaso un reflejo de la dificultades en sus relaciones interpersonales? ¿Es la soledad y la falta de una figura “verdaderamente amorosa” un indicador de pronóstico reservado?
Estos pacientes no necesitan figuras que dicen amar, que juran amar; no, cuando hablo de figura “verdaderamente amorosa”, me remito a un otro que aporte al sujeto lo que tiene que aportar, ni mas ni menos, simplemente lo que tiene que aportar para que sea libre, autónomo, para que se haga ser humano, para desprenderlo de la locura y salvarlo del abismo del abandono. Es ese tipo de otros los que necesitan estos pacientes antes y después de la enfermedad.
El vínculo afectivo es un punto crítico en las enfermedades psiquiatricas, este vínculo siempre fluctúa en dos extremos opuestos que no permiten dar lo necesario y suficiente. En un lado aparece la figura de presencia extrema que apabulla tanto que daña, que no es amorosa porque es una presencia afuncional, que coloca al paciente como vulnerable de caer preso de la locura. Por otro lado esta la figura que nunca esta, que no se toma ni la molesta de mirar, que no permite la construcción de un ser humano, que nunca abre la puerta magnifica de la existencia. En este sentido el vinculo afectivo siempre falla, y siempre se manifiesta en ausencia o presencia y en síntoma que termina dejando los pabellones de psiquiatría llenos, los índices de suicidio creciendo o las muertes por homicidio; siempre, los tres caminos mas recorridos de quienes tiene el infortunio de nacer bajo el yugo absoluto o el abandono.
Es así como a pesar del dolor que causa hacer parte, ya sea como observadora o como parte del sistema que de alguna manera promueve este tipo de practicas, me encamine en la labor del abordaje de la vinculación afectiva de los pacientes crónicos hospitalizados en dicho hospital.
Dejare que la experiencia y vivencias con estos pacientes me permitan además poder plantear hipótesis validas en cuanto a si la deprivación afectiva hace parte importante de la génesis de la enfermedad psiquiatrica y por ende es una condición previa a la aparición de la misma. O por el contrario es el abandono afectivo una de las consecuencias y cargas más pesadas que debe llevar el enfermo psiquiátrico crónico. Existe además otra posibilidad y es que la deprivación afectiva manifestada en el abandono de la familia, amigos y de casi todo vinculo del paciente hospitalizado es una factor fluctuante entre lo previo y lo posterior, es decir, interactúa como factor predisponente, desencadenante o de génesis y al mismo tiempo es acentuado cuando el paciente es internado en forma crónica en el departamento de psiquiatría.
No quiero decir que el abandono afectivo es una condición axiomática de los pacientes psiquiátricos crónicos, sin embargo en lo que he observado en el hospital San Pablo es que gran parte de ellos pocas veces es visitado, casi se limitan al contacto con los compañeros de habitación, a los enfermeros, médicos, psiquiatras, y practicantes que van y vienen. De alguna manera estas figuras son una forma de vinculación afectiva, sin lugar a dudas el ser mirado ya te permite saberte humano; pero que pasa con la familia primaria, que pasa con los hijos, con los hermanos, tíos, abuelos. Algo falla, algo nos dice a los que pedemos ver, que la ausencia de la familia, las pocas o ningunas visitas a los pacientes psiquiátricos crónicos es un indicador, puede ser la punta del icber por descubrir o bien podría ser producto de la satanización del paciente que cae preso de la enfermedad psiquiatrica.
Serian muchas las posturas que se pueden tomar al preguntarnos por tal fenómeno. ¿Es acaso un reflejo de la dificultades en sus relaciones interpersonales? ¿Es la soledad y la falta de una figura “verdaderamente amorosa” un indicador de pronóstico reservado?
Estos pacientes no necesitan figuras que dicen amar, que juran amar; no, cuando hablo de figura “verdaderamente amorosa”, me remito a un otro que aporte al sujeto lo que tiene que aportar, ni mas ni menos, simplemente lo que tiene que aportar para que sea libre, autónomo, para que se haga ser humano, para desprenderlo de la locura y salvarlo del abismo del abandono. Es ese tipo de otros los que necesitan estos pacientes antes y después de la enfermedad.
El vínculo afectivo es un punto crítico en las enfermedades psiquiatricas, este vínculo siempre fluctúa en dos extremos opuestos que no permiten dar lo necesario y suficiente. En un lado aparece la figura de presencia extrema que apabulla tanto que daña, que no es amorosa porque es una presencia afuncional, que coloca al paciente como vulnerable de caer preso de la locura. Por otro lado esta la figura que nunca esta, que no se toma ni la molesta de mirar, que no permite la construcción de un ser humano, que nunca abre la puerta magnifica de la existencia. En este sentido el vinculo afectivo siempre falla, y siempre se manifiesta en ausencia o presencia y en síntoma que termina dejando los pabellones de psiquiatría llenos, los índices de suicidio creciendo o las muertes por homicidio; siempre, los tres caminos mas recorridos de quienes tiene el infortunio de nacer bajo el yugo absoluto o el abandono.
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