viernes, 6 de febrero de 2009

Relatos Especiales de Niños Especiales

...Este es un capitulo de una serie de relatos inspirados en una experiencia con niños, niñas y adolescentes...

La primera vez que vi a Diego, me dijeron que era un niño que padecía Autismo, lo mire, entable fácilmente conversación con él, no podía creer que se trataba de un Autismo, pensé entonces que era un niño autista muy bien adaptado y con un gran proceso terapéutico, logros y avances. No obstante este panorama alentador no concordaba ni minimamente con su sistema familiar, cuyo seno, carecía de las herramientas adecuadas para dar el apoyo necesario para que un niño con Autismo progresara a tal punto de leer, escribir, realizar operaciones matemáticas, tener un juego social e interactuar continuamente con otros niños.

En sus antecedentes observe que no había estado antes en un colegio especial, sino en instituciones regulares. Su diagnostico, un mes después de conocerlo no era claro para mi. El padre me comentó que la Neuro-Pediatra y el Psiquiatra coincidían en decir que su diagnostico era: Retardo Mental Leve; mientras que la Neuro-Psicóloga, una muy reconocida en la ciudad, insistía en que se trataba de Autismo. Para mi nada aun estaba claro.

Los padres estaban evidentemente insatisfechos con los logros de su hijo, se sentían frustrados y descontentos, yo no comprendía por que, pues al verlo no veía en él más que logros, progresos y un gran potencial esperando por ser desarrollado. Aun más, tampoco entendía cómo en un ambiente familiar tan hostil, con una madre tan rígida, tan poco afectuosa, en un medio donde recibía maltrato físico y verbal podría haber un Autismo tan bien adaptado, al punto de ponerme a dudar de este diagnostico.

En dos oportunidades le pedí que dibujara una persona. Su dibujo era estereotipado, no distinguía características propias del género sexual. Su mirada a veces se perdía y a veces su lenguaje no era coherente con respecto a la situación. Tenia un “calendario” incorporado en su cerebro; le preguntaba a como estamos este viernes, y el que pasó y el que viene más arriba y de manera casi mecánica me respondía acertadamente siempre. En una evaluación rutinaria, se evidenciaron dificultades en la comprensión cuando se establecía con el una conversación habitual, además su lenguaje tendía a ser pobre y con poca fluidez. Poseía comprensión en órdenes sencillas, de armar y de ejecución, conocía conceptos como encima, debajo, arriba, adentro, afuera, grande, pequeño.

Su apariencia física me inspiraba ternura, era alto, gordo y de cara también redonda, tenía una sonrisa amplia e ingenua que le dibujaba el rostro. Su cara de inocente y su sonrisa a veces descontextualizada y fuera de tono eran de un niño de edad indeterminada.

Pasado un mes, había citado tres veces a sus padres, no asistieron, se mostraban poco motivados por el progreso de su hijo y generalmente emitían todo tipo de comentarios negativos relacionados con Diego. No reconocían ningún aspecto positivo en él. En la historia clínica, me llamaba la atención el informe presentado por los padres, del año anterior, era de un colegio regular, en el cual, se describía de manera cualitativa los logros alcanzados: había aprobado quinto elemental y debía ser promovido a primer año de bachillerato. Esta información carecía de veracidad para la educadora especial de la institución educativa a la que asiste actualmente, puesto que eran logros demasiado altos para la producción de Diego. Así, la poca claridad del diagnostico se enmascaraba aun más con la poca claridad de la historia clínica, de antecedentes y en fin de toda información proveniente de su medio familiar.

La madre era una mujer preocupada en demasía por su aspecto físico, era rígida, restringida, su postura, sus movimientos y su corporalidad me parecía un muro inpasable.

En una sesión comprobé que posee un buen nivel de memoria, no así de comprensión. Su producción oral y escrita es significativamente mejor que su capacidad para realizar abstracciones o análisis simples. Estos hallazgos me inclinaban más hacia un Retardo Mental no especificado que en un trastorno a nivel comunicativo; no obstante su repertorio comunicativo era pobre, a veces estereotipado como sus dibujos. Por ello pensé que se trataba de la existencia de dos trastornos asociados.
Diseñé un programa terapéutico que incluía la estimulación de la memoria, tareas de razonamientos abstractos y secuenciación, para estimular su nivel de análisis. Además un programa de moldeamiento en el que empezara a tener conductas sociales adaptadas a su contexto…

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